30.4.12

Obsesión

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OBSESIÓN
Unos cuantos destellos de luz se reflejan en su habitación pese a sus viejas cortinas rotas.

Retira con delicadeza la sabana que la cubre y sin problema alguno la entrecruza alrededor de su cuello. Ella duerme inconsciente de su alrededor, aunque su rostro marca una ingrata sonrisa esta mañana.  Una corriente de aire se hace presente y se desliza por la espalda descubierta del angustiado hombre. Sus manos tiemblan, quizá la angustia y la culpa están presentes con anticipación. 

Ya todo está listo. El otro extremo de la blanca sábana esta sujeta a la viga de madera que atraviesa el techo y apenas un sillón separa a esta familia de la experiencia de la vida y la muerte. Su mano izquierda recorre fuertemente su rostro y se detiene en frente de sus ojos. Allí las lágrimas comienzan a acumularse en su temblorosa mano. Él sabe que es tiempo, que si tarda más el arrepentimiento será una posibilidad. Él no quiere fallar y tiene que hacerlo mientras la mujer de su vida duerme.

Es una mañana como cualquier otra, después de todo, el alboroto empieza alrededor de las 06H00. La gente apresurada a su oficina, el ruido y el esmog de los vehículos que se encienden al unísono a lo largo de la calle y uno que otro grito de alguna madre desquiciada por la rebeldía de su pequeño son parte de la rutina.

Unos cuantos destellos de luz se reflejan en su habitación pese a sus viejas cortinas rotas. Por el agujero más grande ingresa luz suficiente para encandilar los ojos abiertos del cuerpo colgado sobre la cama. Pasaron tres minutos desde que aquel fatal nudo aprisionó su cuerpo, por eso ya no hay pataleos ni intentos vanos de gritos de auxilio.

La mujer duerme. Es su último escondite de la realidad. El frio por la falta de una manta sobre su cuerpo la lleva a enrollarse en posición fetal.  Puede verse el vaho que exhala en la gélida habitación y sus mejillas rojas.

Dos horas pasaron, la manecilla del reloj se detiene bruscamente en el ocho y ella sigue inmóvil sobre su cama. Después de todo, él imaginó que su pesado sueño no sería suficiente para encubrir lo que tenía preparado. Tres píldoras de Ramelteon bastaron para mantenerlas dormidas.

Y con letras chuecas y un rasgo fino dos arrugadas hojas arrancadas de un cuaderno de escuela, abochornadas por su contenido, acompañaron a la mujer en la cama.

Te amé con la intensidad necesaria para soportar el dolor de entregarte mi vida. Pero que quede claro que fueron tus manos y tus ojos los que me mantuvieron acá frente a tu silueta por tanto tiempo. A tu lado sobreviví al desvarío de la vida que, antes, ni con una botella de ron en mano pude soportar.  Mi alegría, mi vida y mis sueños se consumieron como esas antiguas copas. Pase días, pensado cómo pudiste pedirme que te deje, te olvide y no te destruya, no pude entender cómo me decías esto luego de escuchar tan repetidamente, te amo.

Lo que me tranquiliza, es que sé que sin mi estarás bien. Que volverás a sonreír y enamorarte. A mi realmente me basta con que seas feliz. Sabes fue el martes, luego de la discusión frente a los otros padres, que he decidido dejarte. No supe, inmediatamente, cómo hacerlo, ni cuándo. Pero estaba seguro que tú ya no eras feliz conmigo.  

Fueron duras tus palabras y tus acciones. Sin embargo, a diario, esperé emocionado tus voces cariñosas para saber que estaba equivocado. Pero estas llegaron muy tarde. Ayer, ya todo estaba listo, tus besos y caricias no fueron suficientes para detener lo que ya estaba en marcha. Supongo que en la frialdad de mis labios te imaginaste que me iría. Así que hoy ya no te sorprenderá nada.

Pero no te preocupes por las cosas, te he dejado, legalmente, la casa, el auto y la sortija de matrimonio. Ayer me he dado tiempo para depositar en tu cuenta todo el dinero que he tenido, que hemos tenido. Yo me llevó solo mi presencia.

Quiero que sepas que serás por siempre la mejor mujer de mi vida y la única que amé. Por eso me he preocupado tanto en los detalles. Aunque solo una petición tuya vagaba por mi cabeza estos días.  No quiero nada que me una a ti, dijiste. Hoy, antes de irme he solucionado por ti esa petición. No me lo agradezcas, yo sabía que era la más fiel muestra de nuestro falso amor.

Ahora ya nada te estorba, recupera tu vida. Sé feliz.

Adiós.

El sol de medio día cubre este barrio abandonado. Todos sus habitantes, para esta hora, están  encadenados en sus trabajos. Después de todo dejan de vivir para poder mantener la vida. Solamente ella queda entre todas esas frías estructuras.

Sus parpados tiemblan intermitentemente mientras intenta abrir sus ojos y su cuerpo se estira. El siguiente segundo es realmente un desvarío. Sus ojos se abren tanto que parece que saltaran de su rostro. Un temblor por todo su cuerpo se propaga y una sensación de llanto inunda su cabeza. Su boca se abre tan forzadamente que el grito, a continuación, no encuentra el camino correcto de salida y se queda atorado en su pecho. Se levanta con furia, espera encontrar un error o una salida, pero el cuerpo esta frio y rígido. Con sus dientes se ayuda para soltar la sabana y tomar el cuerpo entre sus brazos.

Nadie escucha los gritos de la mujer que carga en sus brazos el cuerpo triste de su pequeña hija de 6 años que aún mantiene los ojos abiertos.  

Unos cuantos destellos de luz se reflejan en su habitación pese a sus viejas cortinas rotas. Por el agujero más grande ingresa luz suficiente para encandilar los ojos abiertos del cuerpo. Una sucia nota descansa a un lado de la ella. Él se marchó y se llevó todo lo que la unía a él. Pero, ella aún no lo sabe. Ya se dará tiempo después.

JCAQ

22.4.12

Literatura E Infierno Entrevista A Fernando Vallejo

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'Yo resolví hablar en nombre propio porque no me puedo meter en las mentes ajenas, al no haberse inventado todavía el lector de pensamientos'



P. Su narrador es un misántropo capaz de ofender con corrosiva ironía a todas las causas de la corrección política. Pero en su trato con los animales es de una piedad franciscana. Lo mismo puede decirse de los recuerdos sobre el padre y de la naturaleza colombiana anterior a los años de la violencia. Se diría que sus preocupaciones más profundas tienen que ver con la ecología.

R. No, los ecologistas son especialmente infames y mentirosos: quieren preservar las especies de esta tierra para el hombre, para que el hombre las disfrute y se las coma. Yo no. Yo pienso muy distinto de ellos: especie que se extingue, especie que deja de sufrir. Que se mueran los perros, que se mueran las vacas, que se mueran las ratas, mis hermanas las ratas, eso es lo que quiero yo.