6.4.23

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Quisiera que fuera diferente pero, si quiero evitar la compasión, la vida me exige cierta crueldad. Por eso, a pesar que repito todos los te amo, al final tal cual sentenció Bonnett, “los hechos, como siempre, acorralan las palabras”. No alcanzan. Por eso, discúlpame. Este cuerpo no sabe ser afectuoso, le incomoda el roce, las palabras dulces, provocar pena y la atención. Estoy de acuerdo, habría que dejarlo en la basura. Pero comparto con él lo insoportable que resulta que todo cambie por una inmunidad incomprensible que otorga el sufrimiento. Como si el mundo no le doliera a nadie más. Me canso sí, pero te amo y -lo siento- no quiero tener la responsabilidad de darle la razón a todo. Soy incompetente para decírtelo con claridad, pero ya lo dijo -hace tanto- Pizarnik: “A veces también se me acaban las sonrisas para ti, a veces también se me acaban las ganas de escribirte. Pero te quiero, ojalá lo entiendas, siempre te quiero, pero a veces mis abrazos no tienen calor y mi boca no sabe que decir… Pero te quiero, siempre te quiero, cuando no te convengo, cuando no me soportas, cuando te odio, te quiero.” Siempre te amo.