25.3.12

Flores en la pared

Flores en las paredes

Frente a esa vieja puerta de madera, quebrada en su perpetuo lumbral, ellos bailaban tomados de sus viejas manos. Los otros, ellos atónitos y desquiciados, miraban el momento aterrorizados por los pasos continuos del tiempo. El viento y su frio roce, provocaba a los espectadores, recordando que su paso es tiempo y el tiempo es muerte.

Nadie atreviese a protestar en memoria del yacente. Cual estética planificada para el momento,  los violines sonaban y todos los otros callados, no porque no quisieran hablar, no porque no les pareciera terrible, sino, porque ellos mismos se sentían parte del baile.

Sus viejas manos en el cuerpo del otro, sus pasos apenas firmes en su edad y esa puerta, la misma puerta, ahora era testigo de este desplante. ¡Puta!, se escuchó desde uno de los invitados, sentado aún en una de las sillas acomodadas en el patio de esta vieja casa de adobe, que se cae.

Y los violines parecieron tocar más fuerte, y no se repitió más la frase, y la pareja siguió bailando alrededor del féretro del esposo de ella a sus pies, a la mirada de todos, callados.

Callados todos que suenan los violines.



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