Vivo. La noche tibia, libros, una
mariposa que choca contra un foco, el cielo oscuro, Canetti desordenando,
música a lo lejos y yo, tratando de escribir, ¿Cómo se describe una sonrisa? Solo, la
necesidad de encontrar a Pavese, el recuerdo del escribiente, Quiroga, Arlt y
Pizarnik. Me incomoda no poder describirla. La prepotencia de la vibración del celular,
el olor a claveles, los claveles en la mesa que dejó mi madre, Verdi y el
sonido de los autos en la calle. Su irreverencia, sus manos en mi rostro. “Habla
memoria, pero no digas todo” de Comadira, también teoría, periódicos, el viento
en mis pies, una ventana abierta, la computadora en mis piernas, debo
levantarme por café. Ella, la dulzura, el recuerdo, el momento inesperado, su
calma, mi calma, desconocidos completamente. Yo, invadido por la felicidad, una
amiga -una buena amiga- se rinde a la literatura, mensajes sobre Rosa Montero, letras,
mi reflejo en la pantalla frente a mi cama –la cama que perteneció en su
juventud a mi padre-, mi mano sobre mi barba. Un correo electrónico URGENTE, otra
vez la noche oscura. Un solo nombre para cada letra, una uve -que se dibuja en
su labio superior- se destaca en su sonrisa, los labios separados, su blusa verde que no la opaca, su dulzura,
felicidad y atrevimiento. ¡Hay sonrisas bonitas!
Galdós, ¿moderno?
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AL fin ha saltado a la palestra la cuestión. Ya se estaba haciendo
esperar: Galdós no es tanto como creen algunos en España, país
norteafricano. Galdós no...
Hace 5 años
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