6.7.13

Introducción: Arriba de la ficción


Su ropa esta vieja. Una blusa holgada apenas, y un pantalón apretado por el que se nota su cuerpo abollado. El cabello es negro. Su piel es blanca, sin huella de maquillaje. Abandonada –hace más de 48 horas según detalla el informe policiaco- en una quebrada al sur de la ciudad. No hay rastro de sangre en el suelo, tampoco hay herida visible en su cuerpo: parece dormir. El sitio –no tan lejos de un populoso barrio- está lleno de gente, unos son policías y otros son curiosos. Es medio día de un martes de julio. Mishell Zurita, residente del barrio Colimas, permanece parada sin habla en el lugar. Fue ella quien encontró el cuerpo. Mishell lleva zapatillas de lona, un pantalón de colegio, un saco de lana y nada combina. Esta sola. Los agentes del equipo de la policía forense en el lugar ya no tratan de apartar a la gente, trabajan frente a la mirada de todos. Mishell cae al suelo y nadie lo nota. Con 25 años esta residente de Colimas había sobrevivido al frio de la noche anterior, oculta en esa misma quebrada. Más tarde se sabría que su padre –un predicador cristiano reconocido por la comunidad- y su madre –profesora de una escuela privada al otro lado de la ciudad- mantenían –en su casa- un negocio difícil de contar.

Jacko AQ

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