8.8.15

Error


Está mal lo que voy a hacer. Rechazar la importancia de la sonrisa. Cada día, despertamos y nos volvemos a convencer de que las reglas del mundo están bien. Escondemos las heridas, respiramos profundo, tomamos algo caliente, vemos nuestro reflejo y caminamos por la calle. Allí, todos somos iguales. Nos inundan, nos fuerzan, nos llevan con ellos y nos exigen sonreír.  Nos molesta. No comprendo cómo sobrevivimos a una vida en la que se busca, casi inmediatamente, clausurar el dolor. Cómo aceptamos un mundo en el que alguien más nos dice el tiempo que debe -así en imperativo, ¡debe!- durar la pena. Y sí, me refiero a esos procedimientos de injerencia en la tristeza, a aquellos modos disfrazados de bondad que nos obligan a encubrir los destrozos con una sonrisa. Entonces, un día te despiertas, miras el vapor de tu respiración en el aire, te mojas la cara, cubres tus ojos con tus manos y te vence la angustia, lloras. Ya no te parece que las reglas estén bien.

[Nunca quise obligarte a la sonrisa. Solo quería darte la mano, así es más fácil llevar el peso.]


Jacko


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