Me interesa que seas débil a las
tentaciones. Yo llegué tarde. Somos ajenos. El café, demasiado caliente, se
desborda por los bordes. No importa lo
que falte, el café nunca se sirve con mesura. Su vida era una locura, una
aceleración, un ventarrón. Me resisto a creer sus límites. Varias veces
vi desesperación y miedo inundar su cuerpo, nunca se detuvo. Era incontrolable.
Hoy, mientras bebo un café embromo su recuerdo. Me encantaría decir cosas como
“creo que eres mejor persona”. Pero no. Lo siento. Desde una oficina en un
edificio remodelado, en el centro de Quito, cautelosa, incomoda, fastidiada, pregunta
–se pregunta- quién es, sobre quién hablo, cómo me atrevo. Y, bueno, no me resistí a la tentación. Buena
tarde.
Jacko / Me atrevo |
0 comentarios:
Publicar un comentario