A veces no sobrevivimos. Estoy en
una oficina todo el día. Acá el clima es incomprensible: acá, quizá sea yo, no
se comprende nada. Escucho a todos, siempre hay argumentos a favor y contra; creativos
y aburridos. Tengo la alucinación de haberlo escuchado todo, estoy harto,
desolado. No termino ningún libro que comienzo, busco un argumento que me
libere. No lo encuentro. Que desperdicio esto de aniquilarse lento. ¡Basta! Por
mi piel se restriega un recuerdo, lo desprendo, lo miro fijamente a los ojos, me
permito la ira, el descontrol y lo envuelvo como un pequeño rollo y lo dejo en
una vereda por la cual nadie marcha. No importa cuánto nos aferremos, al final
no sobrevivimos.
Adivíname / Jacko |
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