También tengo tardes en las que me da rabia la alegría. Momentos en los que soy consciente del dolor provocado por no ser consumido por el odio. Después de todo, la sonrisa de los miserables es tan real que hiere. Y mientras ellos celebran, yo solo quisiera estar seguro de una cosa: que la alegría valió la pena.
El feo asunto de García Montero y Gil de Biedma ("una vida en el armario")
-
Del feo asunto de Gil de Biedma se han dicho esta última semana muchas
cosas, pero acaso las más insólitas se deban a García Montero, con ocasión
del hom...
Hace 3 años