9.12.12

De cualquier lugar

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Hoy vuelvo con una voz más personal, vuelvo para experimentar estas facetas resumidas, con las mismas voces incompletas.

Hay luces que solo encuentro en las noches cóncavas. En el regreso a las mascaras vacías que dejo al levantarme incognito. La rabia –sin embargo- continúa. Es habitante de mi mismo, se desenvuelve sola, liviana y refrescante. Mis ojos miran a la mascara que llevo, se saben desconocidos y culpables. La piel de mi rostro se desprende capa a capa por el roce de la textura ajena. Todas llevan una sonrisa dibujada, pocas los ojos abiertos, ninguna una palabra escrita. Siempre sigo las luces, pero hay pocas como la de esta noche. 

Jacko/De cualquier lugar

2.9.12

Toc, toc, toc

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Toc, toc, toc... 
Pasaba recostado toda la tarde escuchando el mismo blues y contando los rayos de sol que escapaban de su persiana. El ritmo solía evitar el enojo, la voz lo hacía sentirse acompañado y la letra, siempre la misma letra, le hacía sentirse capaz de diferenciar todos sus mundos. Habíase convertido en un vagabundo dentro de su habitación. 
El primer día de su encierro estuvo lleno de valentía. Tomó sus zapatillas con furia, las abanicó sobre su cabeza -disfrutaba el viento en su cara-, abrió con su mano más inútil la ventana y las arrojó con tal fuerza que fueron a parar al coco del dacia 94 que estaba parqueado en frente. Poco tiempo después, una multitud aglutinada al filo de su ventana, confundida, exclamaba gritos incoherentes sobre él. Sin embargo, su interés era percibir el aroma del fin del día. En la casa, al otro lado de su puerta, los sonidos se hacían cada vez más comunes. En ocasiones se escuchaba así mismo, en otras escuchaba a todos y luego la ausencia de su voz, pero los sonidos no paraban. 
Los harapos a un lado de la habitación, sus excreciones al otro y él tan quieto. Algunos días pasaron desde su audaz decisión, para entonces ya no llevaba ropa consigo y había descubierto lo bueno que resultaba tener un árbol de sandías fuera de su ventana. 
Jacko/ Perdernos en la imaginación
Los tanques de guerra de la dictadura recorrían las calles, los cuerpos eran arrojados a los filos de las veredas y batallones completos de militares bailaban por las noches bajo los pocos focos útiles que quedaban. 
Espigas de trigo volaron por su habitación, atrapó una y la sujeto frente a sus ojos hasta que su mirada lo llevara a ese eterno paisaje que lo liberó de los perros hambrientos de carne. 

La puerta sonó. 
  

 

1.9.12

PAISAJE

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Y una vez más nos encontramos acá… sé que la espera nunca es tormentosa cuando no se está consciente de la ausencia, pero igual regresamos. Ya saben, no será por miedo a la locura que bajemos la bandera de la imaginación… Espero estas letras sean de su agrado, les dejo este paisaje

El amanecer vino acompañado con lluvia. Innumerables balcones se diluían en una corriente de colores. Paisaje particular para otoño en la ciudad. Las hojas – las innumerables hojas marchitas- recobraban su color mientras eran arrastradas por la corriente multicolor que invadía las calles. Calles empedradas, paredes de barro –de por lo menos un metro de grueso-, ventanales de madera y nadie, nadie para mirar el paisaje descomponerse.


La brisa acompañaba el desplazamiento de la corriente, facilitaba –además- el desvarío de las hojas sobre el agua.  Una danza espontanea se dibujaba en las calles mudas. La lluvia no se detuvo. Aquellos pequeños riachuelos a cada extremo de la calle, habíanse combinado, ahora, sobre la calzada empedrada se dibuja una sola lámina de agua.

Jacko - Gracias a esos espacios perdidos 
Resulta fácil imaginar voces en este sitio. No hay  electricidad, no hay nadie, pero un viejo radio sigue sonando atemporal a lo lejos. Despiertan inesperados los recuerdos que se bañan de pintura. Pequeños corren azules sobre el agua y más de una pareja reflejada aprovecha para sujetarse una vez más. No, no hay nadie, es cierto, pero que fácil resulta imaginarlos. 

3.7.12

Lo bello y lo siniestro

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Y dirigiesen apresurados a la montaña. Lo bello y lo siniestro de su huida retumbaba aún en los oídos de la ciudad. Todos inmóviles, en el medio de la plaza, recobraban aliento y aire. Comenzaron los mormullos, los gritos y justo en ese instante, ellos aún agitados, sintieron una quebrantada brisa en sus rostros. Para entonces, sus cuerpos ya se disolvían en la tierra. Hace solo unos instantes se habían recostado cercanos. Un abrazo cerraba el pacto. Entonces, en justificada complicidad la vegetación de la montaña recubrió apresuradamente sus extremidades y antes de que uno de ellos lograse parpadear, por primera vez desde que se habían entregado, ya habíase formado un solo cuerpo. Sus ojos aún distintos, en acción e interés, buscaban el consuelo en el otro, el proceso de consumo era doloroso y fue él, quien primero emitiera signos de dolor. 

Antorchas, reflejadas en los ojos infectados y tristes de los habitantes del pueblo, iluminaron el camino de tierra y piedra. Sin embargo, cuando fue necesario el primer paso hacia la montaña, nadie se atrevió a ir en busca de ellos. Ya con el miedo materializado en ese camino los gritos, insultos y reclamos cesaron. Todos regresaron en silencio al pueblo.

En poco tiempo, la vegetación palpitante fue apropiándose de ese cuerpo compuesto y aunque algunas partes externas mantuvieran cierta independencia, no se resistieron a la dolorosa ocupación. Cuando el olvido parecía recuperar el sitio a su estado virgen, el roce constante de una corriente de aire sobre lo que quedaba expuesto del cuerpo, esparció -por la plaza- una leve garua de lágrimas, cabello y piel.

La primera habilidad perdida fue el habla, la última la auditiva y a cada momento se escuchaba como las costillas crujían forzadas por el tránsito de sus órganos al apegarse más y más.  Pasaron los días y la independencia que habían gozada cada uno en el manejo de sus lenguas, saboreando todo aquello que se viera atrapado en sus deformes mandíbulas, fue limitándose por la intención ajena. La desaparición del gusto fue un proceso precoz e inesperado, lo último que saborearon fue al otro.

Sería in-considerable no publicar nada el día de mi cumpleaños, solo en la oficina y con algo de tiempo para rescatar -ante la ausencia de los jefes-. Así que acá les dejé el inicio de un proyecto solitario, sin duda, que ha iniciado en este espacio que espero sea  igualmente interesante como lo he imaginado. 

                                                                                                                                                                                      /JCAQ