23.5.16

Te Necesito

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Así como cuando estamos tristes les dejamos música, hoy que estamos felices les damos el mismo trato :)

20.5.16

Descripción

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Haga un ejercicio de descripción. Café y periódicos desparramados. Una botella de agua en medio de otros papeles. Una carta escrita a mano y un lápiz con el borrador roído. Es medio día y el cielo está despejado. No suelo escribir a esta hora. Una ventana abierta. El olor de las flores del patio. “De la seducción”, de Baudrillard, en el suelo a un lado del escritorio. También poesía y música. Parra, Pizarnik y Plath. También, Extremoduro y Strauss. Siempre quise escuchar un acetato de Extremo. El café se acaba. Una página de acerca del nihilismo de Ernst Jünger se agita con el viento. Otros papeles vuelan del escritorio. Mi piel erizada. Ella, su sonrisa. Su mirada atenta. No hay palabras. Su respiración se sincroniza con la música. Otra vez sonríe de medio lado. Grietas en la pared. El piso frio. Fuera, un perro se enfrenta a otro. Ladridos. Ahora suena Georgina Buho con un cover. Sus manos sobre sus piernas. Antes de ella el mundo palideció por un tiempo. Con ella, los colores desbordan. Un calendario de hace un año. Hace sol pero siento frío. Sus brazos a mi alrededor. Calor. Se me escapa una frase: “me rescatas del mundo”. No hay respuesta. Silencio. Sonreímos. Somos. No hay ninguna otra persona. Solos. Cuatro palabras que empiezan con una “S”. Yo no sé bailar. Su cuerpo junto al mío. Una Coronita Aterciopelada (un picaflor) descansa en las rejas de la ventana. Nos mira, se va. Vuela. Un beso. Repentina contractura de los músculos de mi espalda. Gira. Ella, se sienta sobre mis piernas -me alegra que esta silla de madera resista-. Me mira. Conversamos. El atardecer. No sé qué hora es. Sus ojos cafés. Oscuros. Un lunar en su mejilla izquierda. Aparto el cabello de su rostro. Respiro profundamente. “Así como se dice que una cosa dura porque su existencia es inadecuada a su esencia, hay que decir que lo femenino seduce porque nunca está donde se piensa”. Jünger


Jacko / Fuera


2.5.16

Lunes

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Lunes. Salgo de casa mientras la mayoría ya se encuentra en el laburo. Un viento frío levanta el polvo del suelo. Un cielo despejado y profundamente azul. Hay sol, sería un día caluroso sino fuese por el frío propagado por el viento. Si la gente entendiera lo que me cuesta avanzar a tomar un taxi para ir a trabajar. Hace mucho que deseo quedarme a dormir sobre el césped, bajo un árbol. O quizás acomodarme en una cafetería, junto a un ventanal, a continuar con este libro que llevo entre mis manos. Su pasta es negra. Leo pasajes breves cada vez que la realidad me resulta insoportable. Quisiera abandonarlo todo, acogerme en la locura. Mis pasos dejan huellas del color de las hojas secas. No hay lodo en mis pies. Apenas noto las marcas en el suelo. Hay días que me quedo pensando en aquello: en las huellas que dejo, en las hojas secas, en estar solo. Necesito que me rescaten del mundo. Un abrazo, un café, una conversación sin interrupciones. Las interrupciones siempre nos dejan ese sabor amargo a realidad. Una conversación obstinada. Un momento de olvido construido. Algo que me permita irme. Pero irme antes que tú, porque cuando tú te vas se va también mi alegría, mi calma. Quizá por eso estos días te he permitido irte al amanecer.  Un día, lo vengo pensando hace mucho, tomaré todo lo que me ate a la realidad y lo lanzaré por la ventana. Me desprenderé de este celular que suena y suena. Dejaré de ir a trabajar. Me quedaré solo contigo. Me quedaré recostado bajo un árbol, eso es lo más seguro. A mí la pobreza no me disuade, me cautiva. Soy consciente de las facilidades y beneficios que te entrega el dinero, pero no puedo evitar pensar que la pobreza te otorga esa libertad de no estar atado a nada. Esa libertad de no reconocer el temor de perder algo.

Jacko / Lunes