11.7.21

¡Adios Shoshano!

0 comentarios

 

Repasar el dolor hasta gastarlo. Hasta tener la solvencia de Soseki cuando escribió: “Yace aquí abajo / todo un atardecer, / con posible tormenta.” Un Haiku,  también la inscripción sepulcral para nuestro Shoshano.

Mi ventana carece de sentido. Innecesaria, si no es tu puerta. Me pregunto tantas cosas: ¿la libertad valió la pena?, ¿habrá sentido el abrazo en sus últimos segundos?, ¿habrá notado nuestro desmoronamiento? Supongo que es más cómodo acribillarte con preguntas, cuando las certezas queman. “Piensas que despertar te va a aliviar / y no te alivia / piensas que dormir te va a aliviar / y no te alivia / piensas que el desayuno te va a aliviar / y no te alivia / piensas que el pensamiento te va a aliviar / y no te alivia /piensas que hacer un trámite te va a aliviar / y no te alivia (...) / piensas que el sol te va a aliviar / y no te alivia / piensas que llover te va a aliviar / y no te alivia / piensas que conversar te va a aliviar / y no te alivia / piensas que oír las noticias te va a aliviar / y no te alivia (...) / piensas que el tiempo te va a aliviar / y no te alivia”.  (Bertoni 2015).

Hoy su muerte -de alguna forma- nos separa. Pero, cómo escribió Simone de Beauvoir cuando se despidió de Sartre, “Ya es hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo”.  Y si bien compartir 304 días para nosotros sigue pareciendo muy injusto, comprendo que -en tu caso- fue la dedicación absoluta de toda una vida. Uno viene para hacer lo que debe hacer.

Ahora juega tranquilo. Ya no necesitas que te rescate. Acá estaremos bien. Recordándote. La pena no se irá. “Nadie me había dicho nunca que la pena se viviese como el miedo. Yo no es que esté asustado, pero la sensación es la misma que cuando lo estoy”, (Lewis 2005)

¡Gracias por todo!