Y una
vez más nos encontramos acá… sé que la espera nunca es tormentosa cuando no se
está consciente de la ausencia, pero igual regresamos. Ya saben, no será por
miedo a la locura que bajemos la bandera de la imaginación… Espero estas letras
sean de su agrado, les dejo este paisaje…
El
amanecer vino acompañado con lluvia. Innumerables balcones se diluían en una
corriente de colores. Paisaje particular para otoño en la ciudad. Las hojas –
las innumerables hojas marchitas- recobraban su color mientras eran arrastradas
por la corriente multicolor que invadía las calles. Calles empedradas, paredes
de barro –de por lo menos un metro de grueso-, ventanales de madera y nadie,
nadie para mirar el paisaje descomponerse.
La brisa acompañaba el desplazamiento de la corriente, facilitaba –además- el desvarío de las hojas sobre el agua. Una danza espontanea se dibujaba en las calles mudas. La lluvia no se detuvo. Aquellos pequeños riachuelos a cada extremo de la calle, habíanse combinado, ahora, sobre la calzada empedrada se dibuja una sola lámina de agua.
Jacko - Gracias a esos espacios perdidos |
0 comentarios:
Publicar un comentario